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Dicen que la seguridad es lo primero... Hasta que hay que entregar el pedido

Hablar de seguridad no es suficiente. Si no hay espacio para cuestionar decisiones o detener una línea cuando hay un riesgo, lo que está fallando no es solo el protocolo...

Dicen que la seguridad en la fábrica es lo primero…

Recuerdo una presentación a la alta dirección donde mostré con orgullo nuestros indicadores de eficiencia y calidad. Todo iba bien… hasta que alguien me interrumpió con una pregunta simple: “¿Y cómo vamos en accidentes?”

Respondí casi sin pensarlo: “Llevamos 12 en el año”, como si fuera un número aceptable. Entonces vino otra pregunta, aún más incómoda: “¿Sabías que el estándar de la compañía es mucho menor?” Dije que sí.

Y en ese momento entendí que la seguridad no es una condición más para operar… es el punto de partida para hacer las cosas bien.

En muchas organizaciones se repite la frase “la seguridad es lo primero”. Está en las políticas, en los discursos, en los afiches de planta.

Pero cuando toca decidir entre cumplir la meta de producción o detener la línea por un potencial riesgo, la decisión real muchas veces no refleja el discurso, sino las prioridades que no se dicen, pero viven en lo subyacente de la cultura.

Una escena conocida

Después de cada accidente en planta viene el análisis profundo. Se hace el informe, se identifica la causa raíz… y casi siempre aparece lo mismo: alguien no siguió el procedimiento, no tenía la capacitación adecuada, o la presión por cumplir con la producción era más alta que la tolerancia al riesgo.

A veces incluso seguimos entregando incentivos sin tener en cuenta la seguridad, reforzando sin querer el mismo comportamiento que luego lamentamos.

Y así, el ciclo se repite: corregimos el error puntual, pero no cuestionamos el sistema que lo permitió.

Seguridad psicológica: lo que nadie dice, pero todos sienten

En 2012, Google lanzó un estudio llamado Project Aristotle para entender por qué algunos equipos eran más exitosos que otros.
¿La conclusión? No fue el talento, ni la estructura, ni los procesos. Fue algo más invisible: seguridad psicológica.

Este concepto acuñado por Amy Edmondson se refiere a que las personas puedan levantar la mano, pedir ayuda o advertir un riesgo sin miedo a represalias.

Ahora llevémoslo al piso de planta: si un operador siente que hablar le puede costar un regaño o ser visto como problemático, se guarda lo que ve. Y lo que se guarda, termina saliendo en forma de accidente.

No hay cultura de seguridad posible si el silencio se siente más seguro que hablar.

🎯 Reflexión final:

¿Qué nos dice más sobre nuestra cultura: el reporte de producción… o el silencio ante un riesgo?

Si la seguridad es negociable cuando hay presión, entonces nunca fue prioridad.

Solo discurso.

Para profundizar…

Este modelo propone una jerarquía clara para enfrentar los riesgos en planta: eliminar el peligro, sustituirlo, aplicar controles de ingeniería, establecer controles administrativos y, como última línea de defensa, usar elementos de protección personal.

La lógica es sencilla pero poderosa: la seguridad no debe depender únicamente del comportamiento del trabajador, sino del diseño del sistema que lo rodea.

Una lectura clave para reflexionar si lo que corregimos tras un accidente es solo la acción… o el entorno que la volvió inevitable.

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